Disclaimer: La imagen pertenece a la portada de Twilight de S. Meyer. Y los personajes que reconozcais, son de Twilight, el resto es de mi invención.
Empecé a impacientarme cuando vi que aún no había
terminado de preparar unos sándwiches para la hora del almuerzo. Me miró
aprensiva y se puso más nerviosa cuando le hice el gesto de golpearme la muñeca
indicando que el tiempo pasaba. Se espabiló y los envolvió de cualquier manera
antes de meterlos en el tupper y entregarme mi bolsa.
Atolondrada, se le olvidó meter una pieza de fruta para
ambos, por lo que me dirigí a la nevera y cogí un par de plátanos.
Entonces, ella se echó a reír y me quedé algo
desconcertado porque no comprendía su hilo de pensamiento.
Ella cogió el plátano y puso un extremo sobre su
labio inferior dándole un aire increíblemente sensual.
—¿Pretendes que relacione la fruta con buenos
momentos? Porque anoche hubo muchos buenos momentos que me recuerdan a esta
fruta—me sugirió con una voz entremezclada con la picardía y la inocencia.
Fue más su gesto y su mirada desvergonzados los que
me hizo saltar la alarma y llenar la mente de miles de recuerdos bastantes
agradables y fogosos de la noche anterior y la razón por la que podría mandar
al cuerno el examen y arrancarnos la ropa para volver a repetirlo.
Respiré profundamente cerrando los ojos y recordándome
la cruda realidad.
"Examen
de Hematología, doctor Cullen, examen, doctor Cullen..."
La risa de Avril me hizo abrir los ojos y decidir a
cambiar de fruta muy a mi pesar. Ella se burló más de mí porque mi cara
sonrojada me delataba, pero prometí vengarme para la noche que nos esperaba
después.
Dejé los plátanos sobre la península y fui tan
deprisa de nueva hacia la nevera que moví el frutero con el codo, y una pieza
de fruta estuvo a punto de caerse al suelo si no hubiese sido por mis rápidos
reflejos y cogerla con una mano.
Se trataba de una manzana roja.
Apoyé la otra mano sobre ella y extendí los brazos
hacia Avril como si le estuviese ofreciendo la manzana.
Y su mirada fue completamente extraña, como si me
viese por primera vez y hubiese tenido una revelación.
No tuve tiempo de mover los labios para preguntar
qué le ocurría, ella cogió su mochila y la removió para sacar su móvil, y
centrarlo en mí.
—No te muevas—me suplicó como si fuese de vital
importancia.
La obedecí sin comprender muy bien lo que pretendía
hasta que me sacó una foto.
Luego, cogió la manzana y la devolvió al cuenco y
cogió otras dos de color verde que metió en las bolsas.
—Vamos, Hayden—me apremió—, ¿no querrás llegar tarde
a tu examen?
Tardé en reaccionar más de la cuenta, preguntándole
con la mirada a que había venido eso. ¡Sería por fotos de nosotros en nuestros
respectivos móviles!
Ella intuyó mi pregunta y se limitó a sonreír enigmáticamente.
—Me acabas de inspirar la portada para mi proyecto.
Me besó y salió de casa tan deprisa que casi no la
alcancé cuando fuimos a coger el ascensor.
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