miércoles, 27 de abril de 2016

Snow, Dust and ashes (I)




Disclaimer: La imagen pertenece a la portada de Twilight de S. Meyer. Y los personajes que reconozcais, son de Twilight, el resto es de mi invención.




Empecé a impacientarme cuando vi que aún no había terminado de preparar unos sándwiches para la hora del almuerzo. Me miró aprensiva y se puso más nerviosa cuando le hice el gesto de golpearme la muñeca indicando que el tiempo pasaba. Se espabiló y los envolvió de cualquier manera antes de meterlos en el tupper y entregarme mi bolsa.
Atolondrada, se le olvidó meter una pieza de fruta para ambos, por lo que me dirigí a la nevera y cogí un par de plátanos.
Entonces, ella se echó a reír y me quedé algo desconcertado porque no comprendía su hilo de pensamiento.
Ella cogió el plátano y puso un extremo sobre su labio inferior dándole un aire increíblemente sensual.
—¿Pretendes que relacione la fruta con buenos momentos? Porque anoche hubo muchos buenos momentos que me recuerdan a esta fruta—me sugirió con una voz entremezclada con la picardía y la inocencia.
Fue más su gesto y su mirada desvergonzados los que me hizo saltar la alarma y llenar la mente de miles de recuerdos bastantes agradables y fogosos de la noche anterior y la razón por la que podría mandar al cuerno el examen y arrancarnos la ropa para volver a repetirlo.
Respiré profundamente cerrando los ojos y recordándome la cruda realidad.
"Examen de Hematología, doctor Cullen, examen, doctor Cullen..."
La risa de Avril me hizo abrir los ojos y decidir a cambiar de fruta muy a mi pesar. Ella se burló más de mí porque mi cara sonrojada me delataba, pero prometí vengarme para la noche que nos esperaba después.
Dejé los plátanos sobre la península y fui tan deprisa de nueva hacia la nevera que moví el frutero con el codo, y una pieza de fruta estuvo a punto de caerse al suelo si no hubiese sido por mis rápidos reflejos y cogerla con una mano.
Se trataba de una manzana roja.
Apoyé la otra mano sobre ella y extendí los brazos hacia Avril como si le estuviese ofreciendo la manzana.
Y su mirada fue completamente extraña, como si me viese por primera vez y hubiese tenido una revelación.
No tuve tiempo de mover los labios para preguntar qué le ocurría, ella cogió su mochila y la removió para sacar su móvil, y centrarlo en mí.
—No te muevas—me suplicó como si fuese de vital importancia.
La obedecí sin comprender muy bien lo que pretendía hasta que me sacó una foto.
Luego, cogió la manzana y la devolvió al cuenco y cogió otras dos de color verde que metió en las bolsas.
—Vamos, Hayden—me apremió—, ¿no querrás llegar tarde a tu examen?
Tardé en reaccionar más de la cuenta, preguntándole con la mirada a que había venido eso. ¡Sería por fotos de nosotros en nuestros respectivos móviles!
Ella intuyó mi pregunta y se limitó a sonreír enigmáticamente.
—Me acabas de inspirar la portada para mi proyecto.
Me besó y salió de casa tan deprisa que casi no la alcancé cuando fuimos a coger el ascensor.
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