Disclaimer: Ninguna imagen es mía. Por lo cual, no aplico ningún derecho sobre ella, ni me lucro con ellas. Y Avril y Hayden son míos; sus almas y resto de personajes conocidos pertenecen a la señora Meyer.
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El cielo y el agua
parecían unidos por un horizonte difuminado. No distinguía donde empezaba el
uno y terminaba el otro, complementados en una perfecta simetría como de dos
mitades de un espejo se tratase.
Lo más extraño era
encontrarme tumbada en el agua, flotando, tranquila y ausente de pensamientos
en mi cabeza, buscando una pequeña nube blanca en aquel cielo tan azul.
Estaba segura, al
cien por cien, que se trataba de un sueño, porque en cualquier circunstancia de
la vida real, yo huiría instintivamente del agua. Pero ahí estaba yo, relajada,
mientras estiraba los brazos y movía los dedos de los pies.
Y en medio del éter,
una voz susurrándome.
Me hizo salir del
estado de trance en el que me encontraba. Yo la conocía y estaba aprendiendo a
amarla.
—¿Hayden?—pregunté
intentando mover la cabeza de un lado a otro para localizarle.
Pero él no estaba
en ninguna parte.
—¿Qué parte del
trato no has comprendido?—Parecía enojado. Entonces comprendí que no se trataba
de él. Había cierta cadencia en sus palabras como si las estuviese cantando.
Hayden tenía una voz más grave.
Intenté mover la
cabeza negando entender lo que me estaba diciendo, pero el pelo mojado actuaba
de contrapeso atrayendo mi cuerpo hacia abajo. Y empezaba a hundirme.
—Te dije que te
dejaría continuar con tu vida si hacías como si nunca hubiese existido...
—¿Qué es lo que
nunca hubiese tenido que existir?—Luchaba por incorporarme pero el agua me
tenía atrapada. Y entonces el miedo me invadió.
"Como si nunca
hubiese existido", repitió varias veces un eco.
De las
profundidades del agua surgieron unas gruesas ramas de árboles que se enredaron
entre mis piernas y me apretaron con fuerza mis muñecas. Me resistía pero lo único
que conseguía era que todo me doliese.
El cielo empezó a
nublarse hasta que adquirió el color de una noche de luna nueva sin estrellas y en torno a mi
cuerpo, el agua empezaba a congelarse.
Y entonces me
hundí.