A las que se han ido, gracias por vuestro tiempo concedido. Y a las que os quedaís y vais a permanecer aguantando mis paranoias, va dedicado a vosotras.
Espero que en unos meses, tengais el fic completo.
Por ahora un adelanto:
Requiem On Water (fragmento)
Enamorada y práctica.
Esas dos palabras no podían ir en una misma oración a no ser que se
contradijesen la una y la otra.
Y mucho menos cuando, cada cinco minutos, paraba de hacer cualquier cosa y
me comía la boca de Hayden a besos.
Café Moka y azúcar impregnada hasta en la más pequeña de las grietas de sus
labios
Al principio, lograba tomarle por sorpresa, pero a la octava vez en menos
de una hora se empezaba a impacientar si no le daba su dosis.
Había sido el mejor día de mi vida, y algo me decía que no había hecho más
que empezar.
Ni siquiera hubo un amago de terror por lo que la parte más racional de mi
cabeza intentase insinuarme.
Decepciones pasadas, Richard, la voz de June advirtiéndome que no fuese
demasiado deprisa, el día perdido en la Universidad a punto de empezar los exámenes...
Si alguna de aquellas voces intentaba salirse de mi mente, se desbloqueaba
al instante la placentera sensación de
calor que me producía sus labios sobre mi escasa piel desnuda de mi rostro—gorro
y bufanda de lana gruesa para prepararme para el frío—, y su delicioso sabor
a...Café Moka y azúcar. Lo había mencionado antes, ¿verdad?
—¡Mira, Nick!—nos señaló una agradable anciana dando un codazo a su marido—,
¿no te parece esta pareja tan encantadores como lo fuimos hace sesenta años? Me
recuerda a lo que fuimos.
Hayden se río cuando el hombre puso los ojos en blanco, mientras yo me
preguntaba si pasearía por este parque junto a él durante sesenta inviernos.
Intentaba reflexionar conmigo misma que plantearme aquello era ir a una
velocidad de vértigo en lo que estaba surgiendo entre nosotros, pero intentar
imaginarme otra alternativa donde él no estuviese, sentía como si me estuviese
tragando un agujero negro.
—Un centavo por tus pensamientos.
Aunque suave, la voz de Hayden me sacó de mis cavilaciones más
violentamente de lo que me hubiese gustado.
—¡Tierra llamando a Avril!
Le di un codazo en las costillas, aunque dudé que le hubiese hecho algún
tipo de daño dado lo abrigado que estábamos.
—Estoy aquí.
—Tu cuerpo, sí. Pero creo que he estado paseando con una extraña cuya mente ha abducido un extraterrestre—se
rió mientras ponía los ojos en blanco. Luego, se puso más serio—. Ha habido
algo que te ha hecho pensar demasiado.
Moví sutilmente la cabeza para darle a entender que no era preocupante.
—El día ha sido perfecto y no quiero que se acabe.
Para hacerlo más teatral, hice un puchero, lo que acabó por hacerle reír
aún más.
Con delicadeza cogió mi mentón con sus dedos para acercar su rostro al mío.
Maldije los guantes de lana que impedía sentir sus yemas de los dedos sobre mi
piel.
—Niña tonta, ¿eso es sólo lo que te preocupa?—Asentí—. Vamos a estar todo
el día de mañana juntos.
Puse mis manos sobre sus mejillas, queriendo captar algo de su esencia
entre mis dedos y frustrándome por la barrera de lana, mientras dejaba escapar
un suspiro que se convirtió en vaho.
—Mañana es el día de Acción de Gracias. Vamos a estar todo el día rodeados
de gente.
Como respuesta, me besó, intensa pero demasiado breve para mi gusto, aunque
sus labios nunca se despegaron de mi piel. Un calor intenso invadió mis
mejillas y no pude evitar reírme cuando sentí el cosquilleo de sus palabras por
mi piel.
—Siempre tendré un minuto para nosotros. No importa lo ocupado que estemos.
Solos tú y yo. Te lo prometo.
Otra oleada de sangre invadió mi rostro de pura felicidad.
Se alejó de mí, aunque no soltó mis manos de entre las suyas y me impulsó a
dar vueltas alrededor el uno del otro.
—Además, tú y yo somos dos seres inteligentes que sabemos comportarnos
frente al mundo, ¿no crees?—Giró más deprisa mientras yo le acompañaba con mis
carcajadas—. Por lo tanto nada de escondernos durante semanas y semanas entre
cuatro paredes, sin otra cosa que hacer que estar tumbados y mirándonos siempre
a los ojos.
—¿Sin comer?
—Ni ducharnos.
—¡Puaj!—Arrugué la nariz.
—Sin ir a clase—añadió—. ¿Cómo le explicaríamos a June que has perdido la
beca por estar enamorada?
—Te cortaría las pelotas—afirmé.
—¡Uf!—Se puso dolorosamente dramático. Afortunadamente, no me soltó para
gesticularlo.
—¿Me pagarías la factura de teléfono sólo para oírme decir: "Te quiero
mucho. ¡Vamos, cuelga!"?— Eso ultimó lo añadí con voz de falsete.
A Hayden le pareció de lo más gracioso y empezó a imitarme.
—¡Oh, mi amor! ¿Cómo voy a pasar los cinco minutos que me quedan para tu próxima
llamada sin escuchar tu voz? ¡Venga, a la de tres!
—¡Cuelga tú primero!
—¡No, tú!
—¡No, no, no! ¡Tú!
—¡Vale! Cuelgo yo primero, pero, te advierto que si no me llamas en cinco
minutos, me moriré de pena.—Hice un puchero.
—¿Morirte de pena?—Puso los ojos en blanco—. Eso es tan poco...dramático.
¡Mejor hagamos un pacto de suicidio firmado con nuestra sangre! Si queremos ser
patéticos, lo haremos en condiciones.
Posiblemente el sentimiento de euforia hiciera que mi cabeza estuviese
girando sin parar, pero Hayden ayudaba cuando me agarraba de la cintura y me
elevaba con tanta facilidad como si fuese un peso pluma. Me permitió abrazar su
cuello y que nuestros ojos estuviesen a la misma altura.
—Pero sí hay una cosa que te puedo prometer—susurró mientras acariciaba mi
rostro con sus dedos—. Avril, no importa lo lejos que estemos el uno del otro;
yo siempre te encontraré.
—Y yo siempre dejaré que me encuentres—le dije con el mismo tono de voz.
Un último beso, que lejos de romper el hechizo, tuvo el efecto de perpetuar
la magia de aquel día.
Y presentía que vendrían muchos más.
.
.
.
Amablemente, Hayden se ofreció a llevarme hasta mi casa en coche. Quedamos
en un status quo; él consiguió acompañarme hasta allí a cambio de hacerle andar
durante media hora, aunque tuvo que reconocer que aquello era algo que ambos
queríamos. Arañar los pocos segundos que
nos quedaban juntos.
Tampoco era para tanto. No debería ponerme calamitosa por unas horas.
Mañana íbamos a estar juntos de nuevo. Y pasado. Y al siguiente.
Incluso hasta que le dejase de querer, como había dicho él. Arrugué la
nariz con desagrado ante la terrible impresión que convertía mi corazón en algo
parecido a un queso de enormes agujeros y una terrible mancha negra, inerte,
ocupaba su lugar. Me fue imposible no abrazarme a mí misma para no perder calor
y que el frío me invadiese por completo.
Y de repente, el calor de nuevo. Como si Hayden hubiese sabido que me había
pasado,—aunque lo más seguro, era que pensase que mi ropa no me protegía del
frío de aquella ciudad—me apegó aún más a su cuerpo, frotando con delicadeza la
zona de mi cintura. El color volvió a mi cara de nuevo. Aunque sencillamente,
se tratase de su presencia.
Mientras estuviésemos juntos, todo iría bien. Deseché los hipotéticos
futuros oscuros a un rincón muy alejado de mi cabeza.
Anduvimos apenas sin hablar, sólo para explicarme algo de la ciudad o para
comentar algo gracioso de los escaparates que se habían preparado para la celebración de Acción de
Gracias. Sobraban las palabras y nos bastaba estar juntos.
Suficiente...por el momento.
Supe que aquel día acabó justo en el portal de mi casa, cuando iba a coger
las llaves de mi bolso y oímos la ventana de mi piso abrirse y la potente voz
de Jim soltar toda clase de improperios contra Hayden. A él también se le había
ocurrido acompañar a Nika.
—¡Cabrón de culo blanco y plano! ¿Cómo te atreves a despertarme como lo has
hecho y no quedarte ni cinco minutos para contar a tu mejor amigo lo mejor que
te ha pasado en tu desgraciada vida?
No pude evitar reírme al ver como Hayden ponía los ojos en blanco.
—No pienso ponerme a su nivel de barrio bajo de New York.—Miró hacia arriba
y se dio unos golpecitos en la muñeca, apremiándole para bajar.
Jim entendió el mensaje...al igual que el resto de mis vecinos cuando éste
se puso de nuevo a gritar.
—¡Tienes tus huevos a salvo durante un minuto! Espero que Avril guarde un
buen recuerdo de esa noche porque no la va a disfrutar mucho más.
Y cerró la ventana.
Hayden se volvió hacia mí y me agarró de las manos para susurrarme:
—Tenemos cinco minutos antes de que la bestia reclame mi presencia. Aún
podemos planear algo para fastidiarle.
Me reí ante sus muecas terroríficas.
—¡Hum!—Me puse a conspirar con él—. ¿Qué tal si empezamos a acaramelarnos y
rompemos nuestra promesa de no hacer el cuelga
tú?
Se puso un dedo en el labio inferior como si lo estuviese considerando
realmente.
—Matarle de una diabetes por exceso de dulce. Retorcida y macabra forma.
¡Me gusta como piensas!
—Y me encanta como lo vamos a ejecutar. ¡Somos el equipo perfecto!
—Te dije que éramos completamente compatibles, mi pequeña vampira—me repuso
intentando ponerse serio.
¡Cómo si no me lo hubiese creído
después de lo de anoche!
Tal vez no lo hicimos, pero Hayden sí me besó a modo de despedida, más como
un nos veremos mañana que algo
realmente definitivo. ¡Bien, podría con ello!
Pronto noté su ausencia y los labios me picaron, pero Jim ya había bajado y
estaba arrastrando a Hayden por la acera cogiéndole por el cuello de la
cazadora.
—¡Ey!—protestó mi chico—. Estaba intentando despedirme de mi novia.
—¡Pues que yo sepa, para despedirse, sólo hay que decir: "Adiós, Avril, te paso a recoger mañana a las
cinco para ir a casa del bueno de Jim. No traigas nada de comida, sus padres
tienen para alimentar a un regimiento durante una semana".
—Lo iba a hacer antes de que nos interrumpieses haciendo el cavernícola.
—¡Oh, sí, ya lo he visto! ¡estabas poniendo toda tu intención!—replicó sarcástico—.
¡Hay, tío! ¿No te das cuenta que aquí hay niños y gente decente que no deberían
ver esto? ¡Pervertidos!
Me mordí los nudillos para mantener mi cara de circunstancia y no reírme a
su cara.
¡Me lo estaba diciendo el mismo que me enseñó el culo en mi casa! Hayden se
limitó a poner cara de póker.
—Tus castos ojos no pueden ver como doy un beso a mi chica pero tus sucios oídos
querrán que te lo cuente, ¿verdad?
—¡Ey!—protesté dando una patada en el suelo—. ¡Chicos, estoy aquí todavía!
Hablad de mí cuando no esté presente...
Por supuesto, me ignoraron y la única despedida que pude hacer a Hayden fue
a hacerle el gesto de llamarle. Él me respondió con la mano extendida, dándome
a entender que lo hiciese cada cinco minutos. Me reí de nuestra pequeña broma y
me metí en el portal solo cuando les perdí de vista. Me estaba dando cuenta del
frío que hacía en realidad.
Subí las escaleras con una energía inusual y me descubrí que apenas jadeaba
después de cuatro pisos. Al entrar en casa aún pensaba que todo había sido un
magnifico sueño, pero mis labios estaban lo suficientemente estirados para
imaginarme como de grande sería mi sonrisa.
Enamorada y
0 hilos de vida:
Publicar un comentario